Qué tal todos? Espero que no haya malas noticias para nadie, y si las hay, que sean, al menos, instructivas.
Por aquÃ, Olinda (Brasil) tudo bem. Estas últimas semanas he estado un poco desconectado de la civilización, disfrutando plenamente de la belleza que ofrece la naturaleza pura y salvaje: unos dÃas en la Gran Sabana en Venezuela, con algunas de las cascadas más espectacularmente bellas que hasta ahora hemos visto, una semanita en el Tepui Roraima (tambien en Venezuela), ecosistema endémico con más de 400 millones de años de antiguedad, y en el Pantanal (Brasil), un auténtico ‘zoológico’ natural.
Dejadme que os cuente un poquito como fué Costa Rica…
Allá por principios de Diciembre cruzamos la frontera desde Nicaragua. Después de un intento semi fallido de visitar el parque nacional de Santa Rosa en el Norte donde tuvimos que caminar como unos 10 km con las mochilas a pleno sol para poder llegar hasta el centro de visitantes (definitivamente hacÃa falta un coche), nos dirigimos sin más demora a la penÃnsula de Nicoya. Plagada de playas de todo tipo (desiertas, turÃsticas, salvajes, para bucear, con islitas…), pasamos un par de dÃas muy tranquilos en Playa del coco.
Hay cosas que no se valoran hasta que uno no se da cuenta de que ya no las tiene. Este fué nuestro caso en Playa del coco (a la que fuÃmos con el objetivo de bucear). Desde que empezamos el viaje en Octubre hemos estado durmiendo en Albergues, posadas, moteles de carretera y demas estancias económicas, que no por ello dejan de estar bien (la mayorÃa de las veces). Pues al llegar a esta playa nos encontramoscon un ‘señor’ apartamento para nosotros solos completamente equipado: baño impecable, televisión, ventilador, cocina (con sus sartenes y cuchillos que cortan y todo), frigo (hasta congelador tenÃa)… En fin, todas las comodidades a las cuales tan habitualmente estamos acostumbrados. Y lo mejor, el precio, 12$ los dos. Lo dicho un lujo. Aunque de lo contentos que estabamos con tanta comodidad nos fuimos derechitos al supermercado, y como Matthieu el pobre no come, nos gastamos 5 veces el precio del apartamento en comida y cerveza de importación.

De Allà fuÃmos a la playa de Tamarindo, donde a eso de las 3 de la mañana asistimos a un espectáculo bastante singular: tortugas enormes (hasta 300 kilos) con caparazón de piel literalmente invadiendo la playa lentamente para poner sus huevos. Es curioso que se meten en trance mientras deshovan.
Tras una decepcionante erupción del Volcan Arenal (solo un par de flashes rojos saliendo del cráter en la noche), decidimos volver a la playa, pero esta vez más al sur. Estuvimos en Montezuma, más turÃstica, y la que fué la mejor playa del viaje en Costa Rica, Santa Teresa. De difÃcil acceso (ferry+bus+bus por camino de cabras), se conserva casi intacta. Playa de arena limpia, grande y olas especiales para la práctica del Surf, es de esos secretos todavÃa bien guardados (ni siquiera aparece en el Lonely planet). Todo un descubrimiento, que debemos en gran parte a Olivia y Melanie (dos francesas super simpáticas que nos acogieron en su casa, nos alimentaron y hasta nos pagaron cervezas en la verbena popular… sin comentarios).
Con bastante pena, nos dirigimos hacia Monteverde, una región interior, conocida por sus bosques nubosos y lluviosos (vegetación densa impenetrable). Allà hizimos un poco el americano y nos lanzamos en tirolina a traves de los árboles, desde alturas bastante ‘altas’ – el viento casi no nos permitÃa acercarnos al cable- y buena velocidad. Muy muy divertido.
Y como broche final la capi, San José. Unos amigos (Esteban y Paola) de un amigo (El picas) nos recibieron mejor que bien, nos ‘forzaron’ a quedarnos en su casa, y nos llevaron de fiesta hasta que nuestro higado no pudo más. Aún no sabemos como agraceder vuestra extrema hospitalidad (espero al menos haber aprendido algo de ella y poder predicar con el ejemplo algun dÃa). Expledindo final para Costa Rica, ya que al dÃa siguiente tome el vuelo para España (por Navidades)
Hasta luego. Nos vemos
Paco
Album de Fotos de Costa Rica en Flickr