Mis «planes» iniciales no incluÃan regresar a Venezuela en este viaje, pero desde que llegué a Colombia, no habÃa cesado de escuchar, tanto en los medios como por comentarios de la gente, que la frontera entre ambos paÃses estaba cerrada, que Maduro se habÃa vuelto loco (estaba deportando Colombianos) y que en definitiva Venezuela se caÃa a pedazos y ni siquiera tenÃan papel higiénico para limpiarse el culo.
Tan negra me pintaron la situación que no me dejaron más alternativa que ir y comprobarlo por mi mismo.
No sabÃa siquiera siquiera si me iban a dejar pasar, y antes de darme cuenta, una oficial de aduanas ya me estaba deseando una buena estancia en Venezuela. Fué uno de los pasos fronterizos más sencillos que jamás haya cruzado. Pan comido.
Entonces, ¿Qué estaba pasando? ¿De dónde venÃa toda esa información? ¿MentÃan los medios? Para empezar cuando la prensa y los locales decÃan que la frontera estaba cerrada, lo que de verdad querÃan decir es que ahora entrar en Venezuela se habÃa vuelto más complicado… Ahora exigÃan, atención al disparate, ¡el pasaporte!

Lo que ocurre es que este paso fronterizo (entre Cucuta y San Antonio) ha sido siempre un cachondeo, una viva la Pepa (una casa de putas si se me permite la expresión) y por tanto un paso idóneo para el contrabando y los narcos.
Lo que sà era cierto es que Venezuela, para «castigar» a Colombia, habÃa prohibido el paso de vehÃculos entre ambos paÃses (aunque esto es algo bastante habitual en muchas otras frontreras, que sólo se pueden cruzar a pie). La idea detrás era frenar el contrabando de gasolina. Resulta que en Venezuela, donde está subsidiada, llenar el depósito (unos 50 litros) cuesta,  atención, 1 céntimo de Euro; mientras que al otro lado se vende 2500 veces más cara. Os podeÃs imaginar que con estos márgenes, pasar gasolina era un negocio bastante rentable (y aunque ilegal, conocido por todos). Incluso más que traficar con cocaÃna.

Una vez más, se demuestra que no te puedes fiar de las habladurÃas. Y esto no es más que el comienzo… Continuará