Después de Myanmar, allá por mediados de Febrero, regresé a Tailandia durante otro par de semanas, antes de cruzar el rio Mekong hacia Laos.
La verdad es que esos dÃas anduve algo «perdido», sin saber muy bien dónde ir y sin disfrutar mucho de lo que estaba haciendo. Puede que se juntasen varias razones: Myanmar, tan especial y auténtico, habia dejado el listón muy alto; se cumplieron (el 21 de Febrero) 2 años de viaje y de pronto noté el peso de tantos meses en la mochila; además cada vez más a menudo intento evitar los lugares «turÃsticos», donde abunda una especie con la que no hago buenas migas (el turista indiferente e irrespetuoso con la cultura local), con lo que paso mucho más tiempo solo.
Me pareció, seguro que influÃdo por mi estado anÃmico, que el Noroeste de Tailandia carece de muchos de los encantos del resto del paÃs.
Sin embargo, hago un par de excepciones:
El parque Nacional de Kho Yai, que a pesar de estar muy cerca de Bangkok, es uno de los lugares del mundo donde he visto más animales en su medio, en libertad (monos, macacos, jibones, serpientes, aguilas, murciélagos, arañas cuernudas, y el más espectactular de todos, un pájaro del tamano de un hombre con un pico doble parecido al tucán).
Mis primeros templos del periodo de Angkor (Phimai, Phanom Rung y Prasat Meuang Tam). Por lo que và después en Camboya, están bastante bien conservados, y tienen relieves caracterÃsticos donde se mezcla la mitologÃa hinduista y el budismo.
Pues eso, que o el Noroeste de Tailandia no es nada extraordinario o que yo estaba algo despistado. Lo bueno es que no duró mucho tiempo. Laos me devolvió las ganas de seguir viajando.
Saludos