Hola a todos,
Esta vez, antes de nada, quiero compartir con vosotros mi total repulsa y, si cabe, mayor incredulidad por el atentado en Madrid. Escuché (y ví las imágenes) esa misma mañana, pero aún necesité 4 ó 5 días (hasta después de las elecciones) para darme cuenta de lo que realmente pasó. Animo a todos.
Intentaráé ser breve y contáos algo de las 3 semanas magníficas en Venezuela (desde el 2 de Enero).
La primera gran experiencia la vivimos en Canaima, paraje recóndito y abundante en cascadas de la gran sabana. Lo primero fué llegar de la única manera posible: en una avioneta pequeña (4 plazas). El viaje iba sobre la seda, disfrutando de los meandros del Orinoco y de espacios de selva de mil verdes completamente despoblados, hasta que nos dimos cuenta de que estabamos perdidos, dando vueltas, debido al mal tiempo. Os juro que cuando aterrizamos besé la tierra como Juan Pablo II.
Yo nunca había visto tanta agua en mi vida (soy de Murcia, lo sé), pero pasear por un pasillo de roca natural debajo de una cascada, el Salto del Hacha, que vierte tropecientos mil millones cúbicos de agua por segundo o, contemplar el salto del Ángel (con casi mil metros, la cascada más alta del mundo) después de cinco horas de canoa entre tepuis que se formaron cuando áfrica aún estaba unida a América es algo que guardaré aún un tiempo en la retina. Una curiosad, nuestro guía acompañó al príncipe Felipe
en la misma excursión (eso sí, en helicóptero).
Después, unos días de tranquilidad y paseos en barca (saludos a las musas Christine y Lisa) en el caribe venezolano. Lo mejor, las botellas de buen Ron a algo menos de 4 euros (6000 bolívares).
Durante todo el viaje, la hospitalidad desmesurada de los venezolanos nos tuvo atónitos: desde el guardaparques que nos dejó dormir en el museo de las cuevas del Guácharo y encima nos brindó una botella entera del licor local hasta la pareja que nos llevó hasta nuestro motel en una zona peligrosa de Ciudad Guyana y nos ofreció regalos y la cena (ayacas, una especie de tamal típico en Navidades), sin olvidar a Reinaldo (¿Sabías que Venezuela estuvo completamente parada por un boicot de los empresarios a Chavez durante 3 meses!?).
Nuestra última parada fue de nuevo la gran sabana, esta vez un poquito más cerca de Brasil (Santa Helena de Huaren) y también accesible por una carretera espectacular que recorrimos durante 3 días y 3 noches en bicicleta, deleitándonos con saltos, quebradas, cascadas y cataratas de todos los colores y formas: de roca amarilla, de jaspe rojo, de 60 metros de altura, toboganes naturales…
El broche final fué otra inmersion absoluta en la naturaleza. La aventura duro 7 días, en la que Marc el guía-porteador nos condujo a la cima del Tepui Roraima, de difícil acceso (2 días de subida), ecosistema único en el mundo, de paisajes lunares y que ha permanecido completamente inalterado durante millones de años. Honestamente, es como estar en la luna. Las plantas son carnívoras, hay valles de cristales de cuarzo, playas de arena rosa, los precipicios (paredes de caída vertical infinita) desestabilizan tu equilibrio, las rocas negras tienen formas extrañísimas y una neblina mística cubre al lugar de un momento a otro (los indios Pemones creían que era el hogar de los dioses).
Lo dicho, un encanto y una sobredosis de Oxígeno puro. Saludos desde Ushuaia, el fin del mundo, y ya te aviso que La Argentina está superando todas las expectativas…
Album de Fotos de Venezuela en Flickr