Mientras uno espera que las cosas pasen, también pasan cosas. Todo cuenta. Solo hay que guardar la calma y mantener la actitud adecuada. A veces uno se olvida y me lo tengo que recordar. Pero siempre resulta ser la mejor opción.

Incluso una espera de varias horas, errática, incierta, sin ni siquiera la certeza de que lo que espero vaya a ocurrir, puede ser una aventura en sà mismo. Y es que si hago caso a una de mis máximas, la felicidad se encuentra en las cosas pequeñas, en los detalles simples del dÃa a dÃa. Este es un ejemplo, uno de tantos, donde mientras esperaba un transporte, ocurrieron muchos detalles interesantes. Sencillos. Felices.

Por puro aburrimiento desayuné 2 veces en el puesto ambulante de la plaza. La segunda vez, la ‘seño’ (asà llaman a estas vendedoras) se animó y quiso saciar su curiosidad con las preguntas habituales: de dónde eres, qué haces aquÃ, viajas solito n más, a dónde vas… Todo bondad.

Una mujer policia se acercó, me habÃa visto preguntando, y me confirmó donde estaba la oficina desde donde quizás salÃa el transporte. No sé como no la vÃ. Era tan evidente (o eso les parecÃa a todos cuando me daban indicaciones): una persiana negra cerrada a cal y canto y un letrero donde ponÃa «se arreglan zapatos».

Mientras leÃa se me acercó una chica joven. La reconocÃ. Era la pastelera que me habÃa atendido la tarde anterior, y me pidió mi facebook «para hablar». Lo dicho, encantadores.

Otro señor comenzó a darme conversación a raiz de unas señoras que llegaban tarde a trabajar. Resultó curioso porque no fué el tÃpico cuestionario. Fué mucho más casual. Como si yo fuese uno más del pueblo. Uno de los suyos. Para entonces ya me sentÃa como tal.

Finalmente subió la persiana el «zapatero» y me dijo que sà iba a salir un auto. Le pedà una silla y me senté fuera a esperar a que llegasen más pasajeros para completar el viaje. En esas pasó una señora y sin mediar palabra, me regaló una manzana y continuó su camino. Todo sonrisas y amabilidad.

5 horas después salió el auto. Pero yo ya habÃa aprovechado mi dÃa… Ya estaba feliz.

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